Tenía la fortaleza física y el desempeño de los defensores más hoscos, pero la apariencia de un príncipe, nombre que le dieron en el Real Madrid. Jugador de mucho carácter, no dudaba en entrar duro cuando había que hacerlo, pero a pesar de su envergadura (media 1.86m), Redondo era puro talento. Capaz como nadie de descargar el juego con solo un toque de balón, el argentino fue un mediocentro total, con gran rigor táctico, insuperable en lo defensivo y creativo a más no poder. Por Raúl Piñeiro.